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Diabetes: ¿Qué hay detrás de la insulina?

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Siendo una de las enfermedades crónicas más conocidas, muchos realmente no saben qué es, cómo actúa, la manera en que se puede prevenir y especialmente, la forma en que la viven quienes la padecen.

 

La diabetes es una enfermedad en que los niveles de glucosa en la sangre están anormalmente altos. La glucosa es el azúcar que proviene de los alimentos que consumimos, y la insulina es la hormona que hace que la glucosa entre a las células para suministrarles energía. De esta manera, hay dos tipos de diabetes. En el tipo uno, el cuerpo no produce insulina; mientras en el tipo dos, el cuerpo no produce o no utiliza la insulina de forma apropiada. El segundo es el más común.

 

El problema se da porque el exceso de glucosa en la sangre es altamente problemático con el paso del tiempo. Éste puede afectar notablemente los riñones, los ojos, el corazón, los vasos sanguíneos y los nervios. Por eso, prevenirla y controlarla es una prioridad para las organizaciones de salud en el mundo.
Hay diversas formas de prevenir la diabetes, pero debemos tener en cuenta que hay distintos factores de riesgo, tanto genéticos como aquellos relacionados con el estilo de vida. Los más comunes son:

  • Tener sobrepeso u obesidad
  • Tener familiares con diabetes
  • Sufrir de presión arterial alta
  • Llevar un estilo de vida sedentario
  • Fumar
  • Tener un nivel bajo de colesterol
  • Haber sufrido un accidente cerebrovascular o tener alguna enfermedad del corazón

 

Ahora, es factible prevenir o retrasar la diabetes aún estando en riesgo de adquirirla. Curiosamente, se logra a través de hábitos que todos los seres humanos deberíamos seguir, pero en este caso particular son indispensables para sobrevivir. Los cuidados abarcan:

 

  • Seguir un plan saludable de alimentación
  • Perder peso y esforzarse en mantenerlo
  • Hacer ejercicio regularmente
  • No fumar
  • Estar pendiente de los factores de riesgo y hablar con su proveedor de atención médica

 
Esta enfermedad, puesto que es crónica, tiende a cambiar la vida de los que la padecen. Tratarla es una combinación de hábitos saludables, medicamentos y autocontrol. De seguir las indicaciones correctamente, la afectación de la calidad de vida es relativamente baja.

 

Los cuatro pilares del autocuidado son:

 

  • Conocimiento profundo de la enfermedad, sus riesgos y su tratamiento

 

  • Hacer ejercicio, tanto para cuidar el peso como para mejorar el estado de ánimo. Evitar también el consumo de alcohol y tabaco

 

  • Alimentarse saludablemente, sin privarse de nada pero cuidando las proporciones, especialmente de los productos que puedan elevar la glucosa, como los dulces

 

  • Seguir el tratamiento al pie de la letra, sin excusas ni interrupciones. Estar preparado para imprevistos y asistir a controles médicos con regularidad es imprescindible.

La diabetes no es contagiosa, pero en su lugar, carga un estigma igual de lamentable sobre los que la padecen. Las personas con esta condición son continuamente culpadas de haberse provocado a sí mismos la enfermedad, por falta de cuidado personal. En este sentido, son juzgadas en ocasiones por lo que comen, la cantidad de ejercicio que hacen, entre otros.

 

Esta enfermedad es suficientemente difícil para los pacientes a nivel físico, y ser objeto de críticas solo complica la situación. Estudios han demostrado que las personas que sufren diabetes pueden desarrollar depresión, baja autoestima, soledad, irritabilidad, vergüenza, ansiedad e incluso un fuerte sentimiento de fracaso personal.

 

Asumir que sabemos cómo debe actuar una persona con diabetes es un error común, pero remediable. Lo mejor que podemos hacer es, si es una persona cercana, informarnos de la enfermedad para animarlos a seguir hábitos saludables y a asistir a sus controles médicos. En general, podemos crear conciencia social hablando sobre la diabetes para educar a los demás, ayudando a erradicar los mitos y la confusión.

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